09 Nov Para Acabar con el Odio y Sanar, Aprende Del Pasado de los Demás
James Taylor
Por Danielle Parenteau-Decker
Nestor Fantini fue golpeado, torturado y secuestrado durante cuatro años como prisionero político en Argentina en 1970, uno de los muchos arrestados o asesinados por oponerse a la dictadura militar del país.
Y aseguró que por lo que él pasó, aún existe.
“Lo que pasó en Argentina aún existe en muchas otras partes del mundo”, dijo Fantini el 9 de junio durante una discusión llevada a cabo por el Ethnic Media Services en donde se preguntó: “¿Pueden sanar las comunidades del odio?”.
Según el codirector de EMS y el moderador del debate, Julián Do, ha habido un “incremento constante en crímenes de odio raciales y étnicos”, incluyendo “ataques brutales a comunidades estadounidenses de descendencia asiática… tiroteos contra afroamericanos… fieles judíos en una sinagoga y personas LGBTQ… genocidios culturales de nativos estadounidenses… sinnúmero de ataques en contra de latinos”.
El activista Helen Zia dijo que los niveles actuales de odio y violencia también afectan a personas con el resurgimiento de heridas del pasado.
“Estos son tiempos de cambios increíbles, de cambios tectónicos que aún persisten y que desafortunadamente han involucrado violencia, división y situaciones que han reaparecido, siendo muchos de los causantes que traen consigo traumas intergeneracionales”, dijo. “Lo que sucede con estos traumas, incluso aunque sean incidentes que hayan pasado hace mucho tiempo, es que continúan, son absorbidos, no solo en nuestra mente sino también en nuestros cuerpos”.
Zia dijo que muchos asiáticos viviendo en los Estados Unidos llegaron al país como refugiados, intentado escapar de la violencia. Esto incluye a la familia de Do, quien vino a Estados Unidos como refugiada de la guerra de Vietnam.
Ahora, las familias asiáticas tienen que afrontar “la incertidumbre de salir de su casa y posiblemente ser asesinados”, dijo ella, “o salir a pasear con el abuelo o la abuela y preguntarse si regresarán con vida a casa”.
La incertidumbre también se manifiesta en forma de preguntas difíciles.
“¿Cómo las personas y las comunidades encuentran una manera de reconciliar los terribles actos llevados a cabo en contra de ellos, sus familias, sus comunidades, y no menos importante, el trauma actual por el racismo estructural y las guerras de genocidio o del terrorismo incitado por los Estados?”. Do preguntó: “¿Hay alguna manera de sanar?”.
Para algunas personas, como para la madre de Vincent Chin, un chino estadounidense asesinado en Detroit por dos hombres blancos en 1982, les puede ayudar a “canalizar su dolor a través de acciones que hagan la diferencia”, dijo Zia.
En aquél entonces, la industria automotriz de Estados Unidos estaba sufriendo contra la competencia de los fabricantes japoneses. “Y los estadounidenses de origen japonés, o cualquier persona confundida con ellos, se volvían chivos expiatorios”, escribió Harmeet Kaur para CNN.
Esa actitud supuestamente motivó a los trabajadores de autos Ronald Ebens y Michael Nitz, a golpear a Chin hasta la muerte.
Ebens y Nitz finalmente se declararon culpables y sin impugnación respectivamente por los delitos por homicidio involuntario, pero no estuvieron ningún tiempo en la cárcel.
Pero la muerte de Chin realmente provocó un cambio, incluyendo “un nuevo movimiento para los derechos civiles”, según Zia.
Ella dijo que ahí habían “no solo estadounidenses de origen asiático que se habían reunido, sino que también se unieron con la comunidad de personas de color; personas de color, morenos, pelirrojos, blancos, se agruparon y dijeron: ‘Estamos unidos en contra del odio y de la desigualdad y la injusticia a cualquier comunidad’”.
Según Zia, la gente se unió a lo largo de generaciones, religiones y culturas.
“Esto ayudó a que la gente entendiera cómo están relacionados la gran variedad de traumas vividos por diferentes grupos a lo largo de cientos de años”, dijo.
“Mencionar diferentes comunidades como el enemigo”, por otro lado, “nos divide, nos mantiene separados y hace menos posible realmente crear un cambio, pero es el cambio quien nos sana”, dijo Zia. “Sanar, también significa empoderamiento”.
El profesor James Lance Taylor de la Universidad de San Francisco también habló sobre la “solidaridad que se requiere para romper barreras, ayudando a la gente a entender, desde su propio punto de vista, lo que otros grupos han vivido”.
Taylor es un miembro del African American Reparations Advisory Committee de San Francisco. “De lo que tratan realmente las reparaciones es de sanar y reconciliar y curar el hueso roto, de curar a la gente”, dijo.
Dijo que las reparaciones podrían ser buenas no solo para los descendientes de personas esclavizadas o de personas de color, en general, sino también para el país entero.
“Creo que el mejor momento para Estados Unidos aún está por llegar. Si se hicieran reparaciones, sanarían a este país. Curarían a este país enormemente”, dijo Taylor. “Curarían al Estados Unidos negro, el crimen, la pobreza, la negatividad, todos los problemas sociales”.
Beth Wright, abogada de Native American Rights Fund, se suponía que hablaría de los daños permanentes causados por los centros del sistema escolar al que muchos niños nativos fueron obligados, pero ella fue inmediatamente interrumpida por problemas técnicos.
Do retransmitió lo que ella iba a comentar con una conversación que él tuvo con ella.
“Cuando estos niños fueron secuestrados y colocados en estos centros educativos, básicamente privaron a muchas de estas tribus de las culturas, los idiomas y la identidad”, dijo, “entonces parte de la justicia restauradora consiste en reparar la identidad de las tribus, así como también de la cultura e idiomas.”
Fantini, el exprisionero político, dijo que la justicia restauradora y la reconciliación son solo a veces la respuesta.
“No me malinterpreten. Yo apoyo firmemente la reconciliación… y los programas de justicia restauradora porque son una alternativa humana a un sistema de justicia criminal bastante disfuncional”, dijo. “¿Cómo no podríamos apoyar a los programas de justicia restauradora que son la verdadera alternativa para castigar, para vengarse?”.
Sin embargo, dijo, “un único método no existe”.
Para que se alcance con éxito la reconciliación o la justicia restauradora, dijo Fantini, “es fundamental que el agresor reconozca el daño que él o ella ha provocado”.
Él dijo que eso no ha ocurrido en Argentina. “No hay un reconocimiento. No hay vergüenza. No hay ni una disculpa”, dijo Fantini, haciendo la comparación con la negación del Holocausto.
Si el agresor admite su error, entonces ellos necesitarán proporcionar tanto “material de restitución como reparación simbólica”, dijo.
Fantini dijo que es especialmente importante que los responsables de crímenes de odio rindan cuentas y que “las siguientes generaciones conozcan lo que realmente sucedió”.
“Es muy importante hablar acerca de las experiencias del pasado para comprender lo que deberíamos hacer en el futuro”, dijo.
Zia también destacó la importancia de no permitir que la historia se repita.
“Dicen que el tiempo cura cualquier herida, pero yo no creo que el tiempo lo haga… el tiempo no es suficiente”, dijo. “Debe haber acción. Debe haber un aprendizaje. …Debemos conocer y reconocer el pasado… para que no lo repitamos en el futuro”.
Este recurso cuenta con el apoyo total o parcial de fondos proporcionados por el Estado de California, administrados por la Biblioteca Estatal de California en asociación con el Departamento de Servicios Sociales de California y la Comisión de California sobre Asuntos de Asiáticos e Isleños del Pacífico como parte del programa Detengamos el Odio. Para denunciar un incidente de odio o un delito de odio y obtener apoyo, visita CA vs Hate.
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