An Indian American man with dark hair and mostly gray beard looking at a white man with red hair and mustache. They are seated side by side.

Una Inesperada Amistad Ejemplifica el Poder de la Conexión Personal para Detener el Odio

An Indian American man with dark hair and mostly gray beard looking at a white man with red hair and mustache. They are seated side by side.

Pardeep Kaleka y Arno Michaelis. (Foto por Joe Porrello / The CC Pulse)

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Nota del editor: La Conferencia Mundial para Erradicar el Odio comenzó en 2021 en respuesta al tiroteo masivo en la sinagoga Tree of Life. El año pasado, The CC Pulse estuvo presente por primera vez al servicio de nuestra cobertura Detengamos el Odio.

Por Joe Porrello

PITTSBURGH – Pardeep Kaleka, cuyo padre fue asesinado por un integrante de un grupo de odio, y el antes extremista Arno Michaelis, quien ayudó a fundar ese grupo, hablaron juntos el 28 de septiembre en la Conferencia Mundial para Erradicar el Odio.

Michaelis y Kaleka conversaron sobre los inicios de su relación y sobre cómo utilizan la empatía y el perdón para combatir el odio.

La conexión de la pareja surge de uno de los crímenes de odio más mortales de la historia de Estados Unidos; en 2012, el supremacista blanco Wade Michael Page disparó a diez personas en un templo sijista en Oak Creek, Wisconsin, asesinando a seis antes de quitarse la vida. Una séptima persona, que quedó totalmente paralizada después de recibir un disparo en la cabeza, murió a consecuencia de sus heridas en 2020.

“Esto no fue solo una tragedia para la comunidad sijista de Oak Creek… los sijs lo conocen en todo el planeta”, dijo Kaleka. “Fuimos heridos en nuestro lugar más sagrado”.

Según los informes, el recuento de víctimas podría haber sido mayor si no hubiera sido por el padre de Kaleka y también presidente del templo, Satwant Singh Kaleka, quien resultó muerto al intentar enfrentarse a Page. El hombre armado pertenecía a un grupo extremista violento de Milwaukee al que Michaelis ayudó a fundar.

Una década más tarde, Kaleka fue el padrino de bodas de Michaelis, y los dos son coautores de un libro y se asocian para ayudar a los jóvenes a salir o a evitar los grupos de odio.

“Con el paso del tiempo, en el décimo año, ya habíamos ayudado a miles y miles de niños”, comentó Kaleka.

Todo comenzó con conferencias en institutos, los cuales permitieron a la pareja darse cuenta de la gran importancia que la salud mental tenía para los jóvenes que hablaron con ellos.

Parte del trabajo de Kaleka y Michaelis se hace a través de iniciativas tales como Not in Our Town y Parents For Peace.

Not in Our Town es un movimiento destinado a detener el odio, hacer frente al acoso escolar y construir comunidades seguras e inclusivas para todos, mientras que Parents for Peace empodera a las comunidades para prevenir la radicalización, la violencia y el extremismo.

Michaelis dijo que gran parte del trabajo que realiza Parents For Peace aborda el tema del odio como una adicción.

“Creo que es muy importante que los jóvenes lo comprendan esto: si se sienten atraídos por cualquier forma de discurso de odio o ideologías que incitan al odio, que sepan que el odio te consume; destruye tu vida”, dijo Michaelis a Pulse. “Es una forma de hacerse daño a uno mismo, y no te va a llevar a ningún lugar bueno. Y una vida sin odio es algo tan hermoso”.

La lucha de ambos contra el odio comenzó hace unos tres meses, tras la masacre sij de 2012, cuando Kaleka contactó a Michaelis, quien había empezado a trabajar contra los grupos extremistas en 2010.

Kaleka dijo que parte del deseo de conectarse con Michaelis surgió del hecho de que los sijs querían hacer algo positivo con la tragedia que sufrieron en lugar de que la gente sintiera lástima por ellos.

“Nos consideramos a nosotros mismos con la fortaleza del orgullo y el poder”, dijo. “Pero el poder necesita ser recobrado, y tiene que ser menos sobre pensamientos y más sobre acción”.

Q&A: Hombre sij de Richmond habla siete años después de un brutal ataque motivado por el odio

Al principio, Kaleka no se decidía a colaborar con Michaelis, pues dudaba de que los racistas pudieran realmente cambiar para mejor; su familia le dijo que estaba completamente loco por pensar tan solo en reunirse con Michaelis.

“En ese momento, había una parte de mí que estaba debatiendo: esta persona es un monstruo. Esta persona no es un ser humano. Es un neandertal”, dijo Kaleka. “Estoy asustado. Estoy preocupado. No sé qué va a pasar”.

Terminaron encontrándose en un restaurante tailandés en Milwaukee, y Kaleka se tranquilizó de inmediato. Se había lastimado un ojo hace poco. Michaelis le preguntó sobre eso y se estremeció de dolor cuando Kaleka le contó la historia. La empatía de Michaelis permitió a Kaleka sentirse seguro.

“Hablamos de nuestros padres. Hablamos de nuestras hijas. Durante tres horas hablamos de todo eso, pero todo empezó desde un sentimiento de empatía”, dijo. “Arno alzó la mano y dijo: ‘De ahora en adelante, haremos este trabajo juntos: somos hermanos'”.

De hecho, los hijos de Kaleka llaman a Michaelis “tío Arno” y se disgustan cuando otras personas se refieren a él como un exsupremacista blanco.

Michaelis admitió la gran importancia de reconocer el pasado de las personas, pero señaló que, en el mundo del odio, calificativos como “ex” o “sobreviviente” suelen desanimar al individuo al que se describe.

De acuerdo con Michaelis, los traumas infantiles son comunes entre los exmiembros de grupos extremistas y algo con lo que él mismo ha lidiado.

Aunque creció con padres que lo querían y en una casa bonita que siempre había comida en la mesa, Michaelis tuvo sus propias batallas.

El alcoholismo de su padre le hizo la vida difícil a su madre, lo que le disgustaba.

“Cuando crecí viendo sufrir a mi madre, me hizo daño”, afirmó Michaelis.

Su dolor interno sumado a los constantes halagos de la gente que le rodeaba que le decía de niño lo dotado y maravilloso que era, no le hicieron sentir bien.

“Mientras sufría, me decía de alguna manera: ‘No, no soy maravilloso; soy horrible, y si no me creen, vean lo que le hago a este niño en el autobús escolar, vean lo que le hago a este salón de clases, vean lo que le hago a esta sociedad'”, dijo. “El odio era solo otra parte del impulso, y fue entonces cuando estuve expuesto al nacionalismo blanco”.

Michaelis dijo que cuando se convirtió en neonazi, sabía que no era correcto.

“No me importaba mientras pudiera sentir el impulso de ofender y repudiar a la gente”, dijo.

Pero, con el tiempo, a Michaelis le resultó agotador reprimir su conciencia de que lo que estaba haciendo no era correcto.

También se sintió agotado por estar aislado de la cultura pop estadounidense, que en gran parte está prohibida por la ideología nacionalista blanca.

“Crecí como un gran fanático de los deportes, el cine, la música y la televisión”, explicó.

A principios de los 90, la entonces novia de Michaelis le habló de “Seinfeld”, una serie realizada por un judío y protagonizada principalmente por judíos, después de que ella la viera en una televisión del bar en el que trabajaba.

Él estaba algo escéptico al principio, pero la serie le acabó gustando tanto que la grabaría todos los jueves para verla con su novia. En el dorso de la cinta VHS escribían: “Segundo cumpleaños de Amber”, refiriéndose a su hija, para ocultárselo a los colegas de Michaelis.

“Si mis colegas hubieren venido y visto una cinta que decía ‘Seinfeld’, habría habido violencia”, dijo. “Yo habría sido cómplice de la destrucción de mi raza por haber visto una serie”.

Michaelis le da crédito a “Seinfeld” por haberle ayudado a ver la luz.

“El humor de esta brillante serie hizo toda clase de agujeros en esta ideología tan frágil que estaba intentando adoptar como mi identidad”, dijo. “Finalmente comprendí que, si no cambiaba mi forma de actuar, la muerte o la cárcel me separarían de mi hija”.

Michaelis habló de otros aspectos que contribuyeron a su salida del neonazismo, y tanto él como Kaleka abordaron formas de ayudar a combatir el odio y el extremismo violento.

El apoyo de sus padres en sus días más duros tuvo un gran efecto en su cambio de actitud, de acuerdo con Michaelis.

También destacó el poder de los compañeros de trabajo de grupos minoritarios al mostrarle compasión cuando menos lo merecía.

“El cansancio más agobiante provino de cuando las personas que yo decía que odiaba, me trataron con amabilidad”, dijo Michaelis.

Dijo que algunas personas que han sufrido el odio en su vida están justificadamente hartas de intentar ser buenas, pero tienen que serlo para marcar la diferencia y detener el ciclo.

“El tema es que la amabilidad, la gratitud, el perdón son armas contra el odio”, señaló Michaelis, “y cuando alguien utiliza esas armas con autenticidad, tiene el poder de hacer que las personas se cuestionen esas ideologías de odio a las que se han adherido; crea un sentido de disonancia cognitiva”.

Comentó que, como extremista, es cansado estar constantemente con miedo de aquellos que te rodean, citando a Page como ejemplo de una persona que sentía que no había alternativa al suicidio porque estaba aterrado de la sociedad.

En el décimo aniversario del tiroteo en el templo, la hija de Kaleka, de 16 años, dio unas palabras donde se refirió a Page: “No nos odiabas; te odiabas a ti mismo”.

Kaleka destacó que la tolerancia y la comprensión no son siempre iguales para todos.

“El perdón se ve de manera distinta para cada persona… Tú eres el gurú de tu propio perdón”, dijo. “Para los sijs, el perdón se sentía como una venganza”.

Tanto para Michaelis como para Kaleka, hacer un diagnóstico de lo que motiva al extremismo, también puede llevar a la búsqueda de soluciones.

“Todos tenemos un rol que desempeñar en esto, y si una persona está pasando por algo en su vida y está expresando un mensaje de odio, tenemos que ver cuál es el sentimiento que está detrás y entender que a veces los sentimientos se vuelven armas y que están intentando expresar algo”, dijo Kaleka a Pulse. “Y no quiero decir que esto sea justificarlo… porque no lo es; creo que tenemos que denunciarlo, pero también tenemos que hacer algo sobre ello para asegurarnos de que no estemos convirtiendo el rechazo en un arma”.

Michaelis definió a la anteriormente mencionada estrategia de Kaleka como “el enfoque del poder suave”.

“Si entendemos el trauma que impulsa a la gente a considerar atractiva la ideología (del odio), estaremos mucho mejor posicionados para frenarla”, afirmó.

Michaelis dijo que había utilizado este enfoque para ayudar a Chris Buckley, un veterano que tenía el “trauma del odio al islam clavado en su alma” después de servir en Afganistán, a abandonar el Ku Klux Klan.

Buckley tuvo un escenario muy parecido al de la relación de Kaleka y Michaelis con un kurdo musulmán llamado Dr. Heval Kelli; la pareja es la protagonista de un documental llamado “Refugio”.

Hoy en día, Buckley se dedica a tiempo completo a sacar a la gente de los grupos de odio y es colaborador principal de Michaelis.

Kaleka dijo que mucha gente considera que su relación de amistad con Michaelis es extraña, pero él no cree que deba considerarse de esa manera.

“Queremos hacerla más normal”, dijo.

Michaelis se solidarizó con su sentimiento.

“Debemos acostumbrarnos a que todos somos seres humanos”, dijo. “Tenemos muchas más cosas en común que diferencias y, al mismo tiempo, cada uno de nosotros es un ser único con una divinidad interior, por lo que tenemos que manejar esa dicotomía”.

Retarnos a salir de nuestra zona de confort y llegar a un acuerdo en común, según Michaelis, erradicará el odio.

“Pardeep me ha enseñado con su ejemplo y su forma de liderazgo que es fácil para nosotros, como seres humanos, sentir afinidad con personas que se parecen a nosotros, que rezan como nosotros, que comen como nosotros y, especialmente, que piensan como nosotros”, afirmó.

La juventud le da optimismo a Michaelis.

“Creo que nos encaminamos en una buena dirección pese a toda la polarización y el conflicto que tenemos en nuestra sociedad actualmente”, comentó a Pulse. “Hay muchas cosas que realmente nos indican que, como humanidad, estamos mejor hoy que en ningún momento de la historia de la humanidad, y creo que es importante ser muy conscientes de eso y tratar de seguir guiando el futuro en una dirección saludable”.

Cualquier víctima o testigo de un incidente o delito motivado por el odio en California puede denunciarlo y recibir apoyo en cualquier momento en CAvsHate.org. También puedes llamar al 833-8-NO-HATE; (833) 866-4283 de lunes a viernes de 9:00 am a 6:00 pm. Fuera de ese horario, puedes dejar un mensaje de voz o llamar al 211 para denunciar el acto de odio y buscar apoyo. Actualmente puedes presentar denuncias en línea en 15 idiomas y, si llamas a la línea directa, puedes acceder a apoyo en más de 200 idiomas. Si quieres denunciar inmediatamente un delito motivado por el odio a las fuerzas de seguridad o te encuentras en peligro inminente, llama al 911.

 Este recurso cuenta con el apoyo total o parcial de fondos proporcionados por el Estado de California, administrados por la Biblioteca Estatal de California en asociación con el Departamento de Servicios Sociales de California y la Comisión de California sobre Asuntos de Asiáticos e Isleños del Pacífico como parte del programa Detengamos el Odio. Para denunciar un incidente de odio o un delito de odio y obtener apoyo, visita CA vs Hate.

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