
23 Oct El show de Bad Bunny en el Super Bowl es más que música. Es reconocimiento.
(Photo by Glenn Francis/www.PacificProDigital.com)
Comentario, Yaslin Rodriguez
Cuando la NFL anunció que Bad Bunny encabezaría el espectáculo de medio tiempo del Super Bowl 2026, los fanáticos no solo celebraron, también se sintieron vistos. Para millones de jóvenes latinos, no es solo música. Es reconocimiento. Es validación. Es orgullo.
Esto es más que una presentación. Es un momento cultural.
Aunque no recuerdo la primera vez que escuché la música de Bad Bunny, nunca olvidaré la primera canción que oí: “MIA”, junto a Drake. Recuerdo la sensación que me dio al escucharla: las ventanas abajo, el cabello volando, esa alegría que se siente como una noche de verano. Se sentía libre. Y para mí, no era por Bad Bunny ni por Drake que la hacía especial. Era porque disfrutaba escuchar música en español.
En ese momento asistía a una escuela primaria mayormente blanca y asiática, donde mi aspecto físico ya me hacía resaltar. Y aunque nadie lo habría imaginado, todo lo que soñaba era encajar. Odiaba cuando mi papá ponía corridos o cualquier música hispana. Me daba vergüenza. Pero escuchar a Bad Bunny fue distinto. No era el tipo de música que me hacía querer esconderme. Era el tipo de música que me hacía querer bajar las ventanas. Hacía que el español se sintiera genial. Me hacía sentir vista.
Bad Bunny se ha convertido en una superestrella mundial, algo extraordinario para un artista que rara vez canta en inglés. Al hacerlo, reescribió las reglas del éxito comercial. Se niega a comprometer su sonido o su mensaje para encajar en una industria mayoritariamente angloparlante. Su presencia en uno de los escenarios más grandes del entretenimiento estadounidense resalta no solo su influencia, sino también la creciente visibilidad de la cultura e identidad hispana en Estados Unidos.
Su participación en el Super Bowl es especialmente emocionante por sus decisiones recientes. Para promover su nuevo álbum, “Debí Tirar Más Fotos”, realizó primero una residencia de 30 conciertos en su natal Puerto Rico. Luego, en noviembre, iniciará una gira mundial con fechas en 20 países de América Latina, Europa, Asia y Oceanía, pero ninguna en Estados Unidos.
(Nota del editor: Puerto Rico es un territorio no incorporado y autónomo de Estados Unidos, lo que lo hace al mismo tiempo parte y separado del país.)
Eso es precisamente lo que hace que este momento sea diferente.
En una entrevista con CNN, dijo: “Pero existía el tema de que… ICE podría estar afuera (de mi concierto). Y es algo de lo que hablábamos y estábamos muy preocupados”. Su sinceridad sobre este tipo de temas muestra su conciencia de las realidades que muchos fans latinos enfrentan. Asistir a uno de sus conciertos podría implicar el riesgo de ser detenido por ICE, un problema vigente en Estados Unidos.
Y muchos son afectados por esto. Según un nuevo análisis del Latino GDP Project de UCLA y Cal Lutheran, una de cada cinco personas en Estados Unidos ahora es latina. El estudio, basado en datos del Censo de 2024, encontró un aumento de más de 2 millones de personas desde el año anterior, elevando el total a más de 68 millones a nivel nacional. Es apropiado que uno de los escenarios más grandes del entretenimiento estadounidense finalmente refleje esa realidad.
Desde esa perspectiva, la actuación de Bad Bunny en el Super Bowl se siente como algo más que entretenimiento. Es un reflejo de la identidad cambiante de Estados Unidos y una declaración sobre el orgullo hispano en medio de todo lo que ocurre hoy. Bad Bunny se siente como orgullo.
Claro, Shakira y Jennifer Lopez ya encabezaron el Super Bowl, pero Bad Bunny representa algo nuevo. No está cruzando fronteras para llegar al público estadounidense. Los está encontrando exactamente donde él está. Representa orgullo cultural: español, a su manera, sin necesidad de traducir. Eso, por sí solo, es poderoso y envía un mensaje claro de que el éxito no tiene que significar asimilación. Significa mostrarse auténtico y demostrar que eso basta.
Para muchos latinos, y para muchos de sus fans en general, él es más que un artista. Es un símbolo de autenticidad. Desde su ascenso en SoundCloud hasta llegar varias veces al número uno del ranking global de Billboard, ha permanecido fiel a sus raíces y a su identidad. Además, rompe normas sociales: se pinta las uñas, usa faldas en el escenario y denuncia la masculinidad tóxica. Su confianza y orgullo inspiran al público y le han dado la plataforma que tiene hoy.
Mientras crece la anticipación, los fans ya imaginan cómo será su espectáculo de medio tiempo: una celebración de la cultura puertorriqueña, una declaración sobre la sociedad estadounidense o simplemente un repertorio lleno de los éxitos que definieron la última década. Sea lo que sea que lleve al escenario, está claro que esta presentación marcará más que un logro profesional. Será un reflejo de un país cuya cultura y identidad siguen evolucionando.
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