Una Oportunidad de Respirar – Protegiendo la Costa para los Residentes de Richmond

Por Isabella Zizi

Al igual que muchos californianos, la gente en Richmond se preocupa por la costa. En una ciudad conocida por su refinería de petróleo y autopistas, la playa es el lugar perfecto para desconectarse de los retos de la vida y respirar el aire fresco.

Pero como cualquiera que ha caminado por la playa sabe, basura – y especialmente el plástico – puede arruinar la experiencia.

Preocuparse de la costa no es suficiente. Si queremos arena limpia y agua limpia, como dice el 90 por ciento de los californianos encuestados en una reciente encuesta, tenemos que tomar medidas para protegerla. Tenemos que tomar la conservación de la costa en serio.

Cuando estaba en la high school, ayudé a crear un club al aire libre, y como parte del club participé en una limpieza costera anual. Era difícil despertar a las 7 de la mañana en un sábado, pero todos pudimos llegar a la playa. Después de registrarnos, a mis amigos y a mí se nos dieron bolsas de basura, cubetas, guantes y un rápido tutorial sobre lo que se necesitaba recoger y qué elementos eran peligrosos, como agujas de jeringa.

Nos dividimos en grupos de tres, recogiendo todo tipo de basura, poliestireno a bolsas de plástico y botellas. Muchísimo plástico.

Un estudio de 2010 encontró que 8 millones de toneladas de plástico terminaron en el océano ese año. Imagínense que varios camiones de basura llenos de residuos de plástico se vierten al océano y a lo largo de la arena cada minuto y obtendrá una idea de lo que parece. Algunas estimaciones dicen que para el 2050, habrá más plástico en el océano que peces.

Y la cosa es que, incluso si nunca vas a la playa, ese nivel de contaminación te alcanzará de una manera u otra.

“El plástico nunca se descompone. El sol y las olas sólo lo rompen en pedazos más pequeños que se convierten en microplásticos”, dice Kera Abraham Panni, gerente de compromiso de conservación en el Acuario de la Bahía de Monterrey.

En su trabajo, Panni ayuda a educar a las comunidades sobre los riesgos al océano y las formas de protegerlo. Ella dice que los microplásticos son especialmente preocupante porque se meten en las criaturas del mar y a través de ellos a los seres humanos que los consumen. “Si esto continúa, el plástico será transferido a la red alimentaria y continuará dañando la vida silvestre y dejando un legado más contaminado”, dice.

El año pasado, California se convirtió en el primer estado en aprobar una prohibición de bolsas de plástico de un solo uso. Panni dijo que el movimiento es un paso en la dirección correcta, pero agregó que hay más que la gente puede hacer.

“Reutilizar, reducir, reciclar y también repensar la forma de consumir las cosas”, dice.

Algunos pasos simples podrían ser traer sus propias bolsas a la tienda de comestibles, y si estás pidiendo para llevar di “sin popote o pajita” o traer tus propios contenedores de plástico y utensilios reutilizables. Incluso si no te consideras un defensor de la costa, tales acciones pueden hacer mucha para asegurar que cuando vas a la playa no está cubierta de residuos de plástico.

Un enfoque más amplio sería hablar a la comunidad asistiendo a las reuniones del concejo de la ciudad y encontrar soluciones para las tiendas de comestibles locales o escuelas para usar menos plásticos de un solo uso, o presentaciones en escuelas para enseñar a los estudiantes más jóvenes sobre la importancia de la conservación costera.

El Acuario de la Bahía de Monterey celebra una cumbre anual de maestros y estudiantes llamada la Cumbre de Contaminación Plástica Oceánica que Panni dice “alienta a los maestros y estudiantes a ser parte de la solución”. La próxima cumbre está programada para noviembre.

Para mí, las visitas a la costa siempre traen recuerdos de salidas y vacaciones familiares. En los cumpleaños, ocasiones especiales o justo cuando el tiempo era agradable, nos dirigíamos a la playa para barbacoas, volar papalotes y el placer de nuestra compañía. Aquellos días eran como un escape de la realidad, una oportunidad de respirar hondo, absorber el sonido de la marea y vislumbrar la paz y la serenidad.

Con el aumento de los costos de vida en el Área de la Bahía, la mayoría de mis amigos y familiares están ocupados viviendo cheque a cheque. No es de extrañar que el tema de la conservación costera no surge. Pero tan difícil como es para las personas que trabajan múltiples trabajos para poder pagar lo básico, también es importante recordar las cosas más grandes en la vida.

Nosotros en Richmond tenemos la suerte de ser capaz de conducir a pocos kilómetros y apreciar nuestra hermosa costa y todo lo que ofrece. Quiero asegurarme de que sus bendiciones no están sólo hoy, sino en el futuro.

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